Un viernes trece de buena suerte. -Etha S (Memory)

La mañana estaba tan grisácea que el cielo solo auspiciaba una buena tormenta matutinas de esas que te hielan de frio y trancan las principales calles de New York, ocasionando un buen tráfico que te quitaría al menos 5horas de tu vida si tenías la mala suerte de trabajar en un extremo de Manhattan cuando vivías en el otro, era martes trece y ya de por si le había pisado la cola a un gato negro. Probablemente debería haberme devuelto a casa.

Eso había pensando una vez por haber estado prisas como siempre gracias a mi trabajo, deje una gran cantidad de mi ropa en la lavadora, cuando tenía que pasarla a la secadora, pero si yo no hacia la conferencia con esos chinos ¿Quién la haría?, estaba  a cargo de al menos 5 proyectos a la vez, y no podía darme el lujo de ignorar a los come arroz. El caso es que me quede sin vestimenta casual, y debo salir en jean , franelas, nada cómodo si tienes una reunión,  por lo cual esto te hace ver como una pasante, y nada como una profesional a la cual no dejan de llamar para que lleve sus proyectos de viviendas.


Aun así no me quejaría, no era suspeficiosa asi que dudaba mucho de la mala suerte como para quedarme en casa y era tan terca que seguramente aun cayendo dos rayos unos metros cerca de mí, igual seguiría mi camino. La verdad es que debi haberle hecho caso a los dichos de la abuela, porque por alguna razón en lo que va de mañana acabe despedida, por racionamiento de personal ¿si quiera existe ese caso?


No iba a perder la paciencia, era alguna clase de error, siempre hacia todo bien y eso no lo iba a cambiar un día de mala racha, ni porque ahora que llevaba la caja con mis pertenencias, y el paragua en mano, alejándome de cualquier gato negro, escaleras, que veía; Para colmo Slater no respondía, pero teníamos planeado vernos en aquella discreta cafetería al final de la Av, no solemos plantarnos así que con seguridad sabría que allí estaría. Daba igual lo de mas, el mal día cambiaria tan solo con verlo, asi era, solo bastaba con que esa persona especial te hiciera sonreír.


Camine hacia la cafetería, porque no me iba arriesgar a que un taxista se le ocurriera ir a cierta velocidad y salpicarme, sería lo que me faltaba, no…lo que me faltaba es que se me ha dañado el paraguas y el viento se lo ha llevado, por lo que acabo riéndome para no enojarme sola, hasta llegar a la puerta del cafetín.-No puede ser, esto es una broma-Niego incrédula notando que estaba cerrado, y dejo la caja cerca de la puerta mientras intento ver hacia adentro pero las luces estaban apagadas.

Llevaba ya varios días observando el anillo dentro de la cajita que llevaba en el bolsillo, durante las horas del almuerzo. También en los momentos libres entre persecuciones... Básicamente todo minuto libre y tranquilo del día me lo pasaba mirando el anillo, pensando en cómo lograr una propuesta de matrimonio que fuera única e inigualable. O cuando menos memorable por no ser ordinaria como muchas otras. Cerré la caja por milésima vez en días y resoplé, frotandome los ojos con los dedos de una mano. ¿Cómo iba a lograr tal cosa? Sutton es la mujer de mi vida y se merece lo mejor, la cuestión era ¿cómo lograrlo?

Hasta que, ese mismo dia, tras haber terminado el trabajo para la mierda... El bombillo de las ideas tomó brillo en mi mente al encenderse. Todo mi mal humor y mala leche se había disipado en cuanto ella se encargó de relajarme y mimarme un rato, porque no hay forma de que pueda negarle nada con esa sonrisa, ¿cómo no me había dado cuenta antes? Sería un cabrón por esto, pero ya sabía cómo proponerle matrimonio a mi futura esposa. A la futura señora Slater.

Coordiné con sus compañeros y jefe -quien me debía un buen favor de cierta vez que algunos empleados suyos escondian la droga en sus obras edilicias, evitando que eso se colara en la prensa- para que mi mujer... Bueno, empezara el día mal y terminara "despedida". Falsamente, claro, sólo para arruinar su día lo suficiente como para sorprenderla. A cambio todos ellos y nuestros amigos estaban invitados a la cafetería preferida de ella para sorprenderle, la cual también aparentaría estar cerrada apenas unas horas antes para preveer cualquier minuto de prevision que ella tuviera sobre nuestro plan.

Y aquí estaba yo esperando en la acera de enfrente, bajo la lluvia con la caja entre mis dedos, sintiendola más pesada a cada minuto que ella demoraba en llegar. Entonces el corazón se me disparó al ver su pelirrojo cabello al doblar la esquina, notando la caja con sus pertenencias en sus brazos. En cierta forma me odiaba por hacerle pasar esto, pero es esclusivamente necesario. Guardé la cajita en mi bolsillo una vez más y me dispuse a fingir tal como había planeado ese encuentro, como que recién llegaba-. ¡Sutton! -le llamé, cruzando la calle, buscando atraer su atención antes que notara a algun incauto mal oculto dentro del local-. ¿Que te paso? ¿Estas bien? -le pregunto preocupado, cubriendole con mi abrigo y también el paraguas sin perder el tiempo al verle mojada, apretandole contra mi para darle calor.