Congratulations, I hate you... or not {Nicholas}

Era temprano, mi hora de entrada para ser más exactos, había varios asuntos que tenía que atender de todas maneras, por lo visto era importante que checara varios expedientes de algunos pacientes, pero me encargaría especialmente hoy de los míos, tenía unas cuantas citas que mandaban desde urgencias para esos chicos que decían ser atacados por un hombre con el rostro quemado y derretido, me imaginaba que tenía que parecer algo horroroso, pero dado a mis años de estudio y experiencia, sabía que era imposible que todos estuviera teniendo el mismo sueño, además podía reconocer una herida hecha por uno mismo, pero esas parecían hechas con violencia, por alguna razón les creía, no me cabía duda que había algo raro en todo esto, y no sabía si eran fantasmas o algún loco que estaba lastimando a estos niños, pero alguien tenía que detenerlos. Me dirigía hacia la dirección del hospital cuando me encontré con el súper doctor Flamhaff, era arrogante, odioso, un amargado que me sacaba canas verdes, lo odiaba y me hacía rabiar a menudo, al borde de que sentía la imperiosa necesidad de golpearlo, si no fuera mi jefe... corrección, si no fuera el condenado director del hospital, sin duda alguna lo haría. ¿A quién quería engañar? Me era imposible odiarlo, o tal vez lo hacía, pero había algo en él que me hacía sentir un horrible revoloteo en el estómago cada vez que lo veía, pero no, jamás en toda mi vida saldría con un amargado como lo era él, prefería ser la solterona de los 40 gatos.

A veces no sabía si lo hacía por molestarme, si tenía interés por bailar conmigo o simplemente teníamos ese problema de encontrarnos en todos lados; intenté pasar al mismo tiempo que él lo hacía, no importaba a dónde me moviera, parecíamos estar coordinados - ¿Te importaría? No tengo todo el día para esta estúpida danza - Le dije de mala gana mientras me detenía junto con él, no tenía idea de cómo no me había despedido ya por insultarle o ponerme al tú por tú con él, aunque tampoco estaba segura de por qué yo no había renunciado - Como sea, iba a buscarte para que me firmaras algunas cuantas prescripciones, he movido a algunos cuantos pacientes a mi... - ¿Estaba llamando a alguien por el teléfono? ¿Pero qué demonios le pasaba? ¿Es que no me veía acaso? - Oye, estoy enfrente de ti por si no lo haz notado, ¿acaso no sabes que es de mala educación hablar por teléfono cuando hablas con alguien más? - Refunfuñé poniéndome las manos en las caderas con expresión molesta - Pues claro, ¿cómo lo vas a saber si eres un maleducado? De todos los hombres creo que tú te llevas el primer lugar en mala educación, no tengo ni idea de cómo es que eres el director de... - Ni siquiera había notado que era yo solamente quien hablaba como una loca, siempre solía llamarme por especies de aves parlantes, como loro o perica, pero qué si hablaba mucho, él no hablaba nada, solo sabía dar órdenes, me crucé de brazos cerrando la boca.